El mito surge desde la oralidad de los habitantes mexicas del Valle de México ancestral, donde se localizan los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl. Ante la majestuosidad ambos colosos, los náhuatles llegaron a asociarlos con deidades y transmitieron una historia detrás de ambos para definir su origen, la cual quedó plasmada en la cosmovisión mexica y que es conocida hasta nuestros días.